LA TEORIA DEL HILO ROJO
Dicen
que hay hilos invisibles que unen a las personas destinadas a encontrarse. No
importa el tiempo ni la distancia, ni siquiera si tardan años en descubrirse.
El hilo siempre está ahí, esperando.
Él
y ella siempre habían estado cerca, pero sin verse realmente. Desde siempre
fueron por los mismos pasillos, compartieron los mismos espacios, tenían amigos
en común... Sus vidas giraban en los mismos círculos, pero sin llegar a
cruzarse. Era como si el destino los hubiera puesto en el mismo libro, pero en
páginas separadas. Solo existían como dos líneas paralelas, avanzando hacia la
misma dirección, pero sin llegar a chocarse. Hasta que en cierto momento tras
alargar las líneas se acabaron uniendo. Él y Ella fueron asignados en la misma
clase, donde sería el punto de corte.
Todo
empieza sutilmente, una casualidad detrás de otra: trabajos en equipo,
conversaciones intercambiadas, alguna risa suspendida, algún que otro: ¿Como te
ha ido mates? ¿A ti también te salió mal? Hasta que surge la gran coincidencia
del hilo: Él se enamoró de Ella y Ella de Él. Aquí es donde entra nuestro hilo,
generando una cadena de casualidades que les va a unir más fuerte que nunca.
9
de febrero, el colegio organiza una excursión al teatro, todo el mundo toma
asiento con sus amigos cerca por si la obra es muy aburrida o simplemente para
estar hablando. Ella se sienta con sus amigas y Él con los suyos. Pero,
casualidades de la vida, ´Él y Ella estaban a una persona de distancia, y
casualmente (otra vez) la persona de en medio era amiga de Ella, por lo que de
una forma bastante indiscreta le dice que le cambia el sitio, Ella vergonzosa
le dice que no, pero esto levanta sospechas en Él, pero no le da importancia y
piensa que será su imaginación.
Esa
misma tarde el colegio celebraba un partido muy importante, nadie se lo iba a
perder. Él estaba con sus amigos, aproximadamente en la segunda fila de
asientos. Ella, que no le importaba el partido y había ido a lo que había ido,
estaba en la última fila de asientos. Nuestro hilo aquí actúa una vez más,
haciendo que, en una ligera mirada general de los asientos por parte de Él, la
encuentre a Ella, con una amiga suya. A lo que Él piensa en saludarla, pero por
alguna razón en vez de subir decide que la saludará desde allí abajo. Por ello
le manda un WhatsApp diciendo “mira abajo”, el doble check de que el mensaje se
pone azul al instante (no es una exageración literaria, literalmente al
momento). Él sorprendido mira hacia arriba y la ve a Ella, riendo con su amiga
y escondiéndose. Él, con esto reforzo sus sospechas, pero no quiso actuar
demasiado pronto.
11
de febrero, Él suele ir a misas todos los domingos con el coro del colegio.
Ella, en cambio iba a misa para verle a Él. Ese día Él decidió innovar con el
coro, y en vez de ir con la guitarra como solía hacer siempre, fue con el cajón
flamenco por primera vez. Ella iba a ir a misa con sus amigas, pero sus amigas
no quisieron entrar y se quedaron fuera. La misa transcurre y al acabar se
cruzan: Él y un amigo suyo y Ella con sus amigas. Tienen entre ellos una
conversación agradable, hasta que en cierto momento Él (que es un poco
inseguro) preguntó: “¿Os ha gustado el cajón?” A lo que Ella responde
preguntando a sus amigas: “A vosotras os ha encantado, ¿no?”. Esto, Él lo
descontextualiza y piensa que es por causa de sus sospechas Él a Ella le
gustaba y sus amigas habían estado toda la ceremonia haciendo bromas a Ella. Él
se equivocaba, porque lo que Él no sabía era que las amigas no entraron en la
iglesia, pero bueno, de los errores siempre se saca algo, y Él es un gran
ejemplo. Acabada la conversación, cada grupo va por su lado y Él le comenta a
su amigo la situación, a lo que su amigo le dice que le pregunte a su amiga de
toda la vida, que también es amiga de Ella, y que así pueda confirmar sus teorías.
Sus teorías eran ciertas.
Tras
una conversación a través de WhatsApp entre Él y Ella, se dicen indirectamente
el uno al otro lo que sienten. Y quedan terminar esa conversación en persona al
salir de clase, pero no todo iba a ser tan fácil. Querían hablarlo a solas y
tenían la mala suerte de que siempre aparecía alguien que interrumpía la
conversación. Hasta que dos semanas después, un 25 de febrero, quedan los dos,
solos. Se confiesan lo que sentían el uno del otro, y así Él y Ella pasaron a
ser Ellos.
Después
de esto, una vuelta al sol después, la historia todavía continua. Nuestro hilo
rojo había juntado a dos personas que jamás habían conseguido entrelazar sus
vidas. Pero eso por fin se acabó. Lo que esperamos que nunca acabe sea la unión
que el hilo ha generado.
Juan
Infante Ruiz, 1ºBach B, 5 de febrero
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