EL
CAMINO DE UN SUEÑO
Nací en Cádiz, el 27 de marzo del
2000. Este año mi padre aún jugaba al fútbol, en el Cádiz C.F. Al igual que mi
padre, yo sueño por algún día conseguir ser jugador de fútbol, pero aún no soy
nadie, y tengo que luchar mucho hasta lograrlo.
Me empezó a gustar el fútbol a temprana edad, con 4 años, y a todos
lados que iba me acompañaba mi fiel amiga, la redonda. Según mis familiares, ya
pronto apuntaba maneras, y empezaba a dar muestras de ser un niño más
coordinado que el resto.
A los 8 años, llegó el primer
desafío en mi vida, que era mudarme a Almería, puesto que mi padre había
firmado como director deportivo del Almería.
Esta etapa fue muy bonita, porque hice amigos que no olvidaré jamás,
pero se hizo muy dura con 10 o 11 años cuándo tuve que vivir el divorcio de mis
padres, recuerdo estar llorando en el baño escuchando a mis padres, porque
sabía lo que esas discusiones iban a traer.
Nos vamos a Swansea, mi padre y mi
hermano tenían serias dudas, porque al final es otro país, pero yo desde el
primer momento dije: “vámonos”. Que inocente era, que iba yo a saber con 14
años lo que nos íbamos a encontrar en Gales... Uno de mis propósitos que me
había marcado era jugar en el Swansea, pero se me hizo muy complicado, porque
no tenía highlits de mis partidos, y aunque haya jugado en el Almería nadie del
club tenía ni idea de quien era. Hablamos mi padre y yo con el entrenador, y
nos explicó que podíamos hacer unas pruebas. El primer entrenamiento fue
relativamente bueno, pero pensaba que en Gales la gente no jugaba bien al
fútbol... y para nada. Hay nivel en todos lados. Finalmente, les terminé
gustando, por lo que iba a fichar por el Swansea hasta que... el Transfer,
resulta que la FIFA no dejaba a los clubes firmar con menores de 18 años
procedentes de otros países. Teníamos que empezar con el papeleo, pero era lo
que tocaba. No me dejaban entrenar, por lo que tenía que entrenar individualmente,
y para colmo, no me mandaban el maldito transfer. Después de dos meses
finalmente llegó el transfer, exactamente el 6 de enero de 2015, buen regalo de
Reyes... Mi alegría fue indescriptible. Asiqué, al llegar a la ciudad
deportiva, firmé, en ese momento me sentía Messi. Todo parecía ir en la
dirección que yo deseaba. Después de semanas de entrenamientos, finalmente
estaba listo para jugar mi primer partido, en Southampton. El coach empieza a
hacer la alineación, comienza con el 1 Alex Lang con el 2 Williams, hasta que
llegó el 9 y dijo: “Y con el 9 y capitán del partido Pedro Benito”. Era
precioso ver como después de tanto sacrificio me llegaba esta recompensa.
Estaba en una nube. Tuve la suerte de hacer un hat-trick, todo iba sobre
ruedas. La temporada fue bien y me ayudó mucho a mejorar, pero esto no duraría
mucho, porque hay que volvernos a Almería.
Tenía ganas de volver a mi país, con mis amigos, mi gente. Pero yo
estaba enfocado en el fútbol. Una semana antes del comienzo de liga, en el que
yo partía como uno de los capitanes y peso en el equipo, me dicen que aún no ha
llegado el transfer. No me lo creía. Otra vez había que pedir el transfer,
aunque me dijeron que este sería un proceso más rápido, y al menos el Almería
me dejaba entrenar. Al cabo de 6 partidos, nos llegó la notificación de que
había habido un problema con el transfer, tuvieron que volver a pedirlo, y el
transfer no llegó hasta la jornada 17, estaba feliz, pero no tenía ritmo de
partido. El entrenador, empezó a darme minutos, pero no era suficiente y yo
veía que no progresaba. Comencé a no tener ganas de jugar fútbol. Qué triste
era la primera vez que no disfrutaba con el fútbol, y el entrenador pidió mi
salida. Me voy del equipo con mucha tristeza, se me estaba yendo el sueño que
tenía desde pequeño, esto es desolador.
Nos fuimos mi padre y yo a Chipre,
en el que también estuve mes y medio sin jugar por el transfer, porque mi padre
fue el director deportivo del Anorthosis, pero el equipo fue muy mal, hasta el
punto de que la afición nos quería pegar... tocó volvernos a Almería, además en
lo futbolístico las cosas no me habían ido bien.
Estuvimos medio año en Almería, yo
no jugué al fútbol, asique me dedique a entrenar solo, y fue duro porque no
entrenaba ni en un equipo de fútbol.
No parábamos, y nos fuimos a
Madrid, al Canillas, en el que tuve que jugar en el B, y lo pasé realmente mal.
La gente se metía conmigo por mi físico, y con 17 años tenía que jugar en la
cuarta categoría de mi edad. Sin embargo, creo que gracias a esa inconsciencia
que me ha caracterizado he sido capaz de seguir escalando y llegar hasta donde
he llegado, con opciones de seguir peleando por esto. Estuve jugando bien en B,
hasta me subieron alguna vez con el A, pero en Navidad ocurrió lo que a ningún
futbolista quiere que le pase, me llegó mi lesión más grave. Me rompí el
cruzado posterior. Esta lesión me ayudó a ver las cosas desde otra perspectiva
y a valorar lo que hago cada día, el poder correr sin ningún problema, el
disfrutar haciendo lo que me gusta... son cosas que a veces pasamos por alto.
Solo cuando no las tienes comprendes lo privilegiados que somos. Estuve toda la
temporada sin poder jugar. Recuerdo estar hablando con mi padre, y decidí ir a
la universidad de Oklahoma, donde estuve un año y mejoré futbolísticamente. Me
cambié de universidad, ahora a Carolina del Norte, ya solo me faltaban 2 años y
medio para graduarme. Durante mi estancia, nació mi hermanito Gabri, en 2020,
cuando yo tenía 19 años. Mi madre, quería tener un hijo con su actual pareja,
con más de 45 años, y era consciente del riesgo que suponía. Gabri nació con
trisomía del cromosoma (síndrome de Down), y es el niño más gracioso y
divertido del mundo. Yo estuve en España a priori para 5 semanas, ya que podía
descansar para Semana Santa, había terminado las clases, y podía conocer a
Gabri, pero llegó el COVID-19, que me cambió la vida. Las grandes crisis traen grandes
oportunidades, como me representa esta frase. Sabía que, aunque tuviese que
trabajar desde casa no impediría que dejase de trabajar. Empecé un cambio
físico, y al estar rodeado de gente correcta, llega un punto en el que
disfrutas de ese dolor. Comencé a hacer una dieta, y todo lo trabajé desde
casa, con mochilas, un balón pinchado, barra de dominadas, y un par de gomas.
Esta cuarentena fue el comienzo de la mayor locura que jamás se me había pasado
por la cabeza. TikTok. Comencé a hacer TikToks hablando de la actualidad del
fútbol, subiendo vídeos diarios de 15 segundos, y comenzaba a tener miles y
miles de visitas, y subí un video semanal a YouTube. Me lo pasaba genial
subiendo mis cosas, y creo que fue el medio por el que me di a conocer. Recuerdo cuando me pidieron mi primera foto,
justo en el tiempo que daban para salir a la calle en el COVID. En ese momento
me di cuenta de que realmente estaba impactado.
Firmé por el UCAM B, en Murcia.
Jugaría en la Tercera División, en un filial de un equipo de Segunda B. Estuve
en una casa pagada por el club con mis amigos, el Zorro, Raúl y Sandji, en el
eterno Piso31. Estábamos juntos, y en
poco tiempo éramos inseparables. En el Ucam B lo hice bastante bien, llegando a
marcar 13 goles en 23 partidos, y fui convocado con el UCAM, pero no hubo
suerte. Terminó la temporada, y me suena el móvil. Veo que es una llamada de mi
padre, y le digo que ahora cuando acabe la clase le llamo. Me dice que vale, y
me envía una imagen de una conversación con el director deportivo del Cádiz.
Nada más veo la captura, pido permiso al profesor para ir al servicio. Me
quería el filial del Cádiz, era un sueño, era volver a casa, volver a la ciudad
en la que nací. Cómo lo voy a rechazar. Llegaría la temporada más ilusionante
de mi vida.
Jugaría en 2 RFEF, una categoría
que aún no se considera profesional.
Volví a Valdegrana, al barrio donde me crié. Me sentía muy bien
físicamente. No tardé en hacer amigos en el equipo, y además volví a juntarme
con mis amigos de la infancia. Durante la pretemporada decidí dejar las redes
sociales. Fue mi mejor pretemporada, estaba preparado gracias a todo lo que
había trabajado para ello.
Asique comencé la temporada con
muchos goles. En un jueves cualquiera, al finalizar el entrenamiento, mi
entrenador me llama y me dice, “mañana con el primer equipo”. Al parecer, la
semana anterior se había producido bastante revuelo por una salida nocturna de
algunos jugadores, por lo que Álvaro Cervera, el gafas, nos llama. Partido
contra el Valencia, todos los que habíamos entrenado teníamos que ir por si
acaso, y ya en el vestuario dijo los titulares, y los suplentes, y ahí estaba
yo, de suplente con el 35 a la espalda. Iba convocado, un sueño hecho realidad.
Podré estar en los banquillos de Carranza. Yo era el único delantero suplente,
pero a decir verdad tenía miedo. Calentamos, y comienza el Cádiz-Valencia.
Primera parte tranquila, hasta el minuto 45, en el que el míster me dice: A
calentar. En el momento en el que salgo a calentar, me enfoco en mí y me aíslo
de todo. Pero debo admitir que estaba muy nervioso. En el minuto 55, el segundo
entrenador se dirige a los tres jugadores que estábamos calentando, no me lo
creo, ¡NO ME LO CREO! Nos empieza a explicar lo que debemos de hacer a balón
parado. El segundo entrenado estuvo motivándome en líos momentos en los que te
explican todo, por lo que en el minuto 59 se ejecuta el cambio. Sale Negredo,
mi ídolo total de la infancia, estoy en Carranza, mi campo, aquello no podía
ser más especial. Negredo me da un abrazo y hago un sprint. La gente me
comienza a ovacionar, que me hizo venirme muy arriba. Jugué treinta minutos, y
fue una experiencia única que me hace recordar, lo que hay que trabajar,
sacrificar, por lograr el sueño. Mi nombre es Pedro Benito, y debuté en Primera
División.
Juan Minondo Laboa, 1A 02/01/2025
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