Nicolas Gandoy (Una vida fugaz)


 

                            UNA VIDA FUGAZ


Por fin ha llegado el día más esperado del año, irme de campamento de verano con todas mis amigas a la playa, escuchar música, criticar toda la comida que me pongan en el plato  como otros años, que siempre estaba malísima, menos los dos días que nos piden pizza a mi marca favorita de pizzas del mundo” el Telepizza” cenando con un precioso  atardecer en la playa con una buena compañía  y hacer actividades acuáticas, aunque sepa que lo más probable que haga sea tomar el sol como tanto me gusta hacer y que todos los monitores me regañen porque tengo que estar haciendo algún deporte. Hoy me he levantado muy temprano a las 7:00 de la mañana y por primera vez en el año me he levantado con ganas y feliz cosa que es extremadamente rara en mí. Llevo yendo a este campamento desde muy pequeñita y siempre tengo muy buenos recuerdos, que me hacen feliz durante todo el año.

 

 

Me he levantado tan temprano para poder revisar que llevo todo en mi gran maleta roja y poder disfrutar al máximo los 15 días de campamento y comprobar que llevo mi último modelo de teléfono hasta la fecha” El iPhone 12 Pro Máx.” con batería para poder luego enseñar a mi madre todas las actividades, fotos y videos que he hecho como suelo hacer todos los años. Me he puesto mi ropa favorita y llevo mis Golden Goose que tanto me gusta... (Espero que la gente las vea y me diga lo bonitas que son). Por supuesto que he estado pensando durante un mes que ropa ponerme para la discoteca y el baile del ultimo día (que romántico parece) y quien sabe, alomejor salgo del campamento con pareja, al fin al cabo los campamentos de verano están para pasarlo bien, estar con amigas y pillar, al fin al cabo tengo 14 años, cualquier adolescente de mi edad estaría de acuerdo conmigo.

 

 

Una vez he acabado de arreglarme y de comprobar por última vez que llevo todo, me despido de mi madre y de mi hermana que se quedarán en Madrid, que mala suerte tienen y que calor van a pasar, porque Madrid un 30 de junio hace un calor infernal, que suerte tengo yo, que mis padres me han pagado un campamento muy caro para que lo pase muy bien. No me da nada de pena despedirme de mi familia porque son unos pesados y siempre me dicen lo que tengo que hacer, estos 15 dias los tengo libres y casi no voy a pensar en ellos, necesito desconexión de mis padres y del estrés que me genera el colegio unido a la pandemia de este año que durante la primera mitad del año no pude salir a la calle (me voy a poder desfogar). Este año, yo y mis amigas hemos cambiado el lugar del campamento, nos vamos al norte y hemos dejado de lado el sur como solíamos hacer siempre y aunque haga calor no hará ni por asomo el calor que habrá en la capital.

 

 

Mi padre me ayuda a meter todo en el coche y me lleva a Pozuelo muy temprano por la mañana porque el bus para Comillas sale muy temprano así por lo menos podremos aprovechar la tarde. Cuando llegamos me despido de mi padre en el coche y cojo rápidamente las cosas porque, aunque le quiera mucho me da vergüenza que me vean con mi padre, soy una niña de 14 años me imagino que lo entenderá.

 

 

Una vez me senté en el bus ya empezó la aventura, estaba con mis amigas y estaba conociendo a nueva gente. Cuando llegamos a Comillas en la provincia de Cantabria deshicimos todas las maletas y nos dieron de cenar. Nos mandaron a la cama pronto para que al día siguiente tuviéramos mucha energía , pero con la emoción del primer día no me dormí pronto como me habían dicho, nos quedamos toda la noche contando chisme. Ese día no llame a mis padres.

 

 

Durante los tres primeros días nos conocimos todos los del campamento y empezamos a entablar  amistad. Hicimos muchas actividades como ir a la playa, cenar mi pizza favorita del mundo, snorkel, senderismo y juegos divertidos. Pero todavía no habíamos hecho la actividad que tantas ganas tenia de hacer, el motivo por el que me despertaba todas las noches “El Rafting”, era un deporte que había oído hablar de él, pero que todavía no había probado. Los dos primeros días no llame a mis padres por normas del campamento para acostumbrarnos y el tercero no les llame porque preferí hacer tiks toks con mis amigas y comprar golosinas en la tienda del camping.

 

 

Por fin 3 de julio, en apenas horas, iba hacer lo que más ilusión me hacía. Esa mañana estaba extremadamente contenta e ilusionada. Nos dirigimos al río Cares en Comillas e íbamos 20 por canoa. Al principio lo pasamos muy bien, fuimos super rápidos y me encantaba como nos deslizábamos por el agua haciendo rafting. Lo que jamás me imaginaria seria que en un momento determinado me caería a una fosa y me daría un golpe. Mi pequeño pie que no alcanzaba una talla 38 de calzado, se quedó atascado en una roca (los segundos empezaron a contar); en ese mismo instante mis pequeños pulmones no desarrollados todavía por la edad, entraron en amnea. Mis compañeros se dieron cuenta y rápidamente empezaron a gritar entre todos mi nombre con el fin de poder salvarme. Yo ya podía sentir la presión y el estrangulamiento de mis pulmones con la presión del agua. Mi monitor salto rápidamente de la canoa vestido para rescatarme, pero la fuerza del mar y de los ríos, no hay fuerza humana que la resista. Yo bajo la corriente estaba en mayor sumersión acuática y la asfixia era inevitable. El agua no paraba de llegar y de llegar con más fuerza por lo que perdí lo último que se puede perder en esta vida , la esperanza de sobrevivir.  Mi monitor hizo lo que pudo, me agarro de la mano, pero mi pie seguía atascado y cada vez llegaba más agua. Pude ver la cara de angustia de mi monitor que me tocaba la mano para sacarme pero la maldita roca no me dejaba. Yo, que estaba inmovilizada y retenida por un agente geológico de la naturaleza, me vino a la mente mi madre, mi padre y mi hermana. Se me inundo la memoria de recuerdos de mi familia, y al instante, con el sofoco y la desesperación se me vino a la mente que no me despedí de mis padres correctamente y ya no iba a poder tener ese gran privilegio para hacerlo . Entre sufrimiento y angustia no me vino a la mente la cara  de la amiga con la que me estaba haciendo tik toks y de la gente con la que me iba a comprar golosinas a la tienda, sino de la mujer y del padre que tanto me reñían por todo lo que hacía y que me tenían cansada y la de mi hermana con la que no paraba de discutir siempre para ver quien se comía el trozo más grande o repartir el refresco a partes iguales. La angustia y la asfixia era tan evidente que vi como el rostro de mi familia se iba haciendo borroso hasta no ver nada, en ese preciso momento me desmayaría y mis ojos no volverían a ver la luz del día. Mi madre jamás vería los videos que le prometí que le enseñaría al acabar el campamento, como siempre solía hacer.

 

 Lo que siempre tuve y tendré claro es que siempre los querré y serán lo más importante de mi vida.

 

Nicolás Gandoy Bruzos 1º de Bachillerato A  16 de diciembre de 2024

 

 

 

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