UNA
VIDA FUGAZ
Por
fin ha llegado el día más esperado del año, irme de campamento de verano con
todas mis amigas a la playa, escuchar música, criticar toda la comida que me
pongan en el plato como otros años, que
siempre estaba malísima, menos los dos días que nos piden pizza a mi marca
favorita de pizzas del mundo” el Telepizza” cenando con un precioso atardecer en la playa con una buena compañía y hacer actividades acuáticas, aunque sepa que
lo más probable que haga sea tomar el sol como tanto me gusta hacer y que todos
los monitores me regañen porque tengo que estar haciendo algún deporte. Hoy me
he levantado muy temprano a las 7:00 de la mañana y por primera vez en el año
me he levantado con ganas y feliz cosa que es extremadamente rara en mí. Llevo
yendo a este campamento desde muy pequeñita y siempre tengo muy buenos
recuerdos, que me hacen feliz durante todo el año.
Me
he levantado tan temprano para poder revisar que llevo todo en mi gran maleta
roja y poder disfrutar al máximo los 15 días de campamento y comprobar que
llevo mi último modelo de teléfono hasta la fecha” El iPhone 12 Pro Máx.” con
batería para poder luego enseñar a mi madre todas las actividades, fotos y
videos que he hecho como suelo hacer todos los años. Me he puesto mi ropa
favorita y llevo mis Golden Goose que tanto me gusta... (Espero que la gente
las vea y me diga lo bonitas que son). Por supuesto que he estado pensando
durante un mes que ropa ponerme para la discoteca y el baile del ultimo día
(que romántico parece) y quien sabe, alomejor salgo del campamento con pareja,
al fin al cabo los campamentos de verano están para pasarlo bien, estar con
amigas y pillar, al fin al cabo tengo 14 años, cualquier adolescente de mi edad
estaría de acuerdo conmigo.
Una
vez he acabado de arreglarme y de comprobar por última vez que llevo todo, me
despido de mi madre y de mi hermana que se quedarán en Madrid, que mala suerte
tienen y que calor van a pasar, porque Madrid un 30 de junio hace un calor
infernal, que suerte tengo yo, que mis padres me han pagado un campamento muy
caro para que lo pase muy bien. No me da nada de pena despedirme de mi familia
porque son unos pesados y siempre me dicen lo que tengo que hacer, estos 15
dias los tengo libres y casi no voy a pensar en ellos, necesito desconexión de
mis padres y del estrés que me genera el colegio unido a la pandemia de este
año que durante la primera mitad del año no pude salir a la calle (me voy a
poder desfogar). Este año, yo y mis amigas hemos cambiado el lugar del
campamento, nos vamos al norte y hemos dejado de lado el sur como solíamos
hacer siempre y aunque haga calor no hará ni por asomo el calor que habrá en la
capital.
Mi
padre me ayuda a meter todo en el coche y me lleva a Pozuelo muy temprano por
la mañana porque el bus para Comillas sale muy temprano así por lo menos
podremos aprovechar la tarde. Cuando llegamos me despido de mi padre en el
coche y cojo rápidamente las cosas porque, aunque le quiera mucho me da
vergüenza que me vean con mi padre, soy una niña de 14 años me imagino que lo
entenderá.
Una
vez me senté en el bus ya empezó la aventura, estaba con mis amigas y estaba
conociendo a nueva gente. Cuando llegamos a Comillas en la provincia de
Cantabria deshicimos todas las maletas y nos dieron de cenar. Nos mandaron a la
cama pronto para que al día siguiente tuviéramos mucha energía , pero con la
emoción del primer día no me dormí pronto como me habían dicho, nos quedamos
toda la noche contando chisme. Ese día no llame a mis padres.
Durante
los tres primeros días nos conocimos todos los del campamento y empezamos a
entablar amistad. Hicimos muchas
actividades como ir a la playa, cenar mi pizza favorita del mundo, snorkel, senderismo
y juegos divertidos. Pero todavía no habíamos hecho la actividad que tantas
ganas tenia de hacer, el motivo por el que me despertaba todas las noches “El Rafting”,
era un deporte que había oído hablar de él, pero que todavía no había probado.
Los dos primeros días no llame a mis padres por normas del campamento para
acostumbrarnos y el tercero no les llame porque preferí hacer tiks toks con mis
amigas y comprar golosinas en la tienda del camping.
Por
fin 3 de julio, en apenas horas, iba hacer lo que más ilusión me hacía. Esa
mañana estaba extremadamente contenta e ilusionada. Nos dirigimos al río Cares
en Comillas e íbamos 20 por canoa. Al principio lo pasamos muy bien, fuimos
super rápidos y me encantaba como nos deslizábamos por el agua haciendo
rafting. Lo que jamás me imaginaria seria que en un momento determinado me
caería a una fosa y me daría un golpe. Mi pequeño pie que no alcanzaba una
talla 38 de calzado, se quedó atascado en una roca (los segundos empezaron a
contar); en ese mismo instante mis pequeños pulmones no desarrollados todavía
por la edad, entraron en amnea. Mis compañeros se dieron cuenta y rápidamente
empezaron a gritar entre todos mi nombre con el fin de poder salvarme. Yo ya
podía sentir la presión y el estrangulamiento de mis pulmones con la presión
del agua. Mi monitor salto rápidamente de la canoa vestido para rescatarme,
pero la fuerza del mar y de los ríos, no hay fuerza humana que la resista. Yo
bajo la corriente estaba en mayor sumersión acuática y la asfixia era
inevitable. El agua no paraba de llegar y de llegar con más fuerza por lo que
perdí lo último que se puede perder en esta vida , la esperanza de sobrevivir. Mi monitor hizo lo que pudo, me agarro de la mano,
pero mi pie seguía atascado y cada vez llegaba más agua. Pude ver la cara de
angustia de mi monitor que me tocaba la mano para sacarme pero la maldita roca
no me dejaba. Yo, que estaba inmovilizada y retenida por un agente geológico de
la naturaleza, me vino a la mente mi madre, mi padre y mi hermana. Se me inundo
la memoria de recuerdos de mi familia, y al instante, con el sofoco y la
desesperación se me vino a la mente que no me despedí de mis padres
correctamente y ya no iba a poder tener ese gran privilegio para hacerlo .
Entre sufrimiento y angustia no me vino a la mente la cara de la amiga con la que me estaba haciendo tik
toks y de la gente con la que me iba a comprar golosinas a la tienda, sino de
la mujer y del padre que tanto me reñían por todo lo que hacía y que me tenían
cansada y la de mi hermana con la que no paraba de discutir siempre para ver
quien se comía el trozo más grande o repartir el refresco a partes iguales. La
angustia y la asfixia era tan evidente que vi como el rostro de mi familia se
iba haciendo borroso hasta no ver nada, en ese preciso momento me desmayaría y
mis ojos no volverían a ver la luz del día. Mi madre jamás vería los videos que
le prometí que le enseñaría al acabar el campamento, como siempre solía hacer.
Lo que siempre tuve y tendré claro es que
siempre los querré y serán lo más importante de mi vida.
Nicolás Gandoy Bruzos 1º de Bachillerato A 16 de diciembre de 2024
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