Pablo Muñoz Loriga (El último Rey)


 

EL ÚLTIMO REY


Yo solía ser Luis XVI, rey de Francia por derecho divino y heredero de una dinastía que había gobernado por siglos mi país. Hoy solo soy un preso más esperando la guillotina. Me encuentro en la torre del templete, mi última morada. El tiempo aquí transcurre de una manera extraña, las noches son largas y los dias breves. Tengo sueños que me transportan al pasado. Me recuerdan los dias de gloria que pasé en Versalles, también todos los errores que cometí.

 

Nunca quise ser rey, no tengo ni la fuerza del Rey Sol ni la templanza de mi padre. Cuando subí al trono tan solo era un crío, no supe controlar la situación, se me fue el control. En mis primeros años traté de hacer lo correcto. Propuse reformas para modernizar el imperio, para las cuales impuse impuestos para nobles y clero. Estos se negaron. Llevaban viviendo en un sistema feudalista que les favorecía demasiado tiempo como para perder ahora sus privilegios. Sin embargo, si paraba las reformas la ira del pueblo se cernería sobre mi y mi familia. Era un rey atrapado entre dos mundos: uno que no se resistía a morir y otro que estaba surgiendo.

 

Mientras yo trataba de olvidar mis problemas celebrando suntuosas fiestas, el pueblo empezó a gestar la revolución. La situación se salió de control. El tercer estado se reveló y formó la asamblea nacional. En respuesta yo decidí amenazarles de muerte. No tenía otra opción, habían cometido un acto de traición y era un problema que tenía que ser cortado de raíz. Su respuesta no fue la rendición, fue tomar la cárcel de la bastilla. En aquel momento me tomó por sorpresa. Sin embargo, hoy lo veo obvio. La llama de la revolución había sido encendida y ya no habría nada ni nadie que pudiera apagarla. Finalmente, el tercer estado llegó al poder e impuso una constitución. El pueblo ya no estaba formado por súbditos de la corona, sino por ciudadanos franceses de pleno derecho. En un último intento de calmar la situación, accedí a firmar la constitución. Acepté compartir mi poder, aquel que creía que me había sido otorgado por Dios. Sin embargo, no fue suficiente.

 

Rumores sobre mi ejecución empezaron a hacer eco en la corte. En el gobierno los jacobinos radicales pedían mi cabeza. En un acto de desesperación y miedo, decidí huir con mi familia a Austria. Ese fue mi mayor error. A pocos kilómetros de la frontera, en Varennes, fui detenido y llevado de vuelta París. Aquella fatídica noche sellé mi destino. Nada más llegar a la capital, fui despojado de todos mis títulos. Ya no era el rey de Francia, era un traidor y un símbolo de todo aquello que la revolución pretendía destruir.

Ayer se celebró una convención para decidir mi destino. Los cargos de los que se me acusó fueron de traición contra el estado y atentado contra la seguridad nacional. 334 votos fueron en contra de mi muerte, 387 a favor.  Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, voy a morir. Todo lo que he hecho en mi vida, todos los errores que he cometido me han llevado a este preciso instante. En unos días seré ejecutado, posiblemente mi mujer también lo sea, y todo por mi culpa.

 

Hoy es 21 de enero de 1973. La plaza de la revolución está llena de parisinos deseosos de verme morir. No les culpo, durante todo mi reinado solo han conocido el hambre y la miseria. Era mi deber como su rey proporcionarles una vida decente, y no fui capaz de hacerlo. Les he fallado. Me acerco lentamente a mi verdugo, la guillotina. En mis últimos instantes solo puedo pensar en como me recordará la historia. Mi abuelo fue el gran Rey Sol, recordado por todos por el gran monarca que fue. Yo en cambio, seré recordado como el tirano que sumió a un país en la miseria y que acabó con una dinastía centenaria.

 

 Me arrodillo y agacho la cabeza, he aceptado mi destino. Lo ultimo que escucho es la multitud exigiendo mi cabeza. Lo último que veo, el cielo gris de París. Finalmente, cae la cuchilla. Hoy he abandonado este mundo, y conmigo, se va también el antiguo régimen abriendo paso a una nueva y próspera etapa para Francia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pablo Muñoz Loriga 1B

5 de febrero 2025

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