DIFERENTES
PERO IGUALES
Siempre íbamos juntas al colegio, eramos inseparables,
mejores amigas, como la hermana que nunca tuve. Estos días Hanna estaba seria,
con la mirada perdida. Yo sabía que estaban siendo unos meses duros para su
familia, en general para su pueblo.. No solíamos hablar de ello cuando
estábamos juntas pero mi madre en casa me decía que no debería juntarme con
ella, que sería peligroso para la familia, yo asentía con incertidumbre, pero
al final solo tenía 17 años y estaba muy despreocupada sobre la política de mi
país. Solo sabía que mi padre era un alto cargo y que viajaba mucho, siempre a
Polonia y mi madre había cambiado radicalmente su forma de pensar, igual que mi
hermano.Desde que entró en las juventudes hitlerianas no se separa de nuestro
padre. Muchas veces lo ve como una persona idolatrada. En cambio la situación
de la familia de Hanna era completamente opuesta a nosotros. Cuando éramos unas crías solía estar todo el
día en mi casa y su padre que era un famoso prestamista que solía hablar con mi
padre sobre la situación injusta del tratado de Versalles.
Pero todo había cambiado ya. No éramos unas crías y la
mirada de Hanna cada día era más oscura y su belleza había desaparecido, ahora
anda cabizbaja como si se estuviera escondiendo de la sociedad. Yo la miraba
preocupada pero ella me decía que no quería hablar del tema. Una mañana de 1938
Hanna no se presentó al colegio. Yo pensé que estaría ayudando en casa ya que
su situación era demoledora y además se lo podía permitir ya que era una niña
muy inteligente, pero la situación empeoró.Mi madre no me dejaba ir a su casa a
preguntarle si estaba bien y mi padre, prácticamente vivía en Polonia ideando
un proyecto el cual era confidencial. El 9 de noviembre atacaron el negocio de
su padre pero al llegar no me dejaron pasar a ver a Hanna y yo sentía que
estaba enfadada por no haberme preocupado si estaba bien o mal. Yo quise
explicárselo pero antes de que me diese cuenta me cerraron la puerta.
Un año más tarde yo me había mudado a Polonia, quise
decírselo a Hanna pero al llegar a su residencia ya no quedaba rastro de ella
ni de su familia. Supuse que se había fugado por los tiempos que corrían en
Alemania. Yo dedicaba mis días a leer,
escribir y coser. Me encantaba mi casa en Auschwitz, era enorme pero apartada
de la ciudad. Yo me sentía sola, mi hermano y mi padre regresaban por la noche
de los campos de concentración o algo así donde cuidaban y protegían a los
judios,cosa que me parecía extraña ya que mi padre tenía una estrecha relación
con Adolf pero yo asentía desinteresada, no quería saber nada sobre ese tema.
Una mañana decidí salir a montar en bici para que me diese un poco el aire, mi
madre me solía decir que no saliese de la finca pero yo no podía más y salí sin
pensar en las consecuencias. A medida que
avanzaba veía más camiones. Todos
se dirigían a un punto, primero pensé que deberían ser animales y que debería
haber una granja cerca, luego caí que serían los juidos que mi padre estaba
protegiendo. Cuánto más me acercaba a los campos sentía que todos los huesos se
me tensaban, ¿Por qué hay tantas vallas? ¿Por qué la gente viste toda igual?
¿Por qué solo hay niños y mujeres? Decidí salir de allí antes de que alguien me
pudiera ver. En mi casa me puse a pensar en Hanna y si el hecho de que quizás
estuviese ahí, también pensé en que fallo mío en no pensarlo, pero como mi
padre estaba al mando supuse que me
hubiese dicho algo.
Los meses pasaban y yo cada día estaba más segura de que mi
padre no estaba haciendo nada bueno, intente hablar con mi hermano, el cual no
reconocía, pero me ignoraba hasta que un dia decidi volver a ver si podía
entrar por alguna parte para saber si estaba por ese lugar Hanna. Probablemente
no estuviera, seguramente está muerta pensé. Era un lunes, el que día que fui,
claramente había seguridad por todo el recinto, salvo un hueco por el cual comprobé que no pasaba nadie y decidí
colarme. Cogí ropa que estaba por el suelo, me pregunté quién la habría dejado
ahí, y me puse en marcha.Me quedaba mirando fijamente a la gente, la cual lucía
desnutrida y maltratada. En ese momento se me nublo la vista. Claramente era un
sitio de tortura y mi padre era un mounstro que estaba dejando que todo esto
sucediera. Quise retroceder pero me había perdido y cuando quise preguntarle a
un guardia de seguridad me golpeó y perdí el conocimiento.
Al despertarme estaba en una sala la cual era totalmente
blanca. Parecía más que una sala unos baños, pero no estaba sola estaba, con
muchos judios, mujeres, pero reconocí a una persona, el único hombre, mi
hermano ¿Qué hacía allí? Intenté gritar
con todas mis fuerzas pero no podía algo me lo impida, no tenía fuerzas, quise
levantarme pero algo o alguien me detuvo. Al girarme ví a una niña más bien ya
una mujer con la que yo solía jugar a las muñecas de pequeña y a la que le
contaba mis secretos.. La vida nos había vuelto a unir pero no de la manera en
la que yo me imaginaba todos esos días de incertidumbre, aburrimiento y pena.
Ahora sí volvimos a cruzar miradas, lo raro era que no eran de tristeza como la
última vez que la vi sino de felicidad. No dijimos nada pero yo vi en su cara
como pasaba de desesperación a un último
sentimiento de tranquilidad, el cual fue mutuo. En ese momento no pensé en nada, pero sentí como
había encontrado la paz, esa que llevaba buscando años. Se difuminó en pocos
segundos después y con ello todo nuestro ser.
Sol
Manso 1ºA nº17
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