LUCES Y SOMBRAS
Tengo
el propósito de escribir este diario, porque me gusta escribir y porque espero
estar ante un hecho, un tiempo extraordinario de mi vida, que a lo mejor va
bien repasar de vez en cuando.
El
pasado 28 de diciembre de 2022 me diagnosticaron cáncer de mama, después de una
biopsia tras una revisión rutinaria. Se te cae el alma a los pies. No te parece
que te pueda estar pasando a ti. Tu vida que parece que está ahí porque sí, con
sus fatigas, alegrías, sufrimientos diarios, prisas, risas, rutinas…, en ese
momento te parece el bien más preciado a lo que quieres agarrarte y que por
nada del mundo quieres que te quiten. Valoras como no lo has hecho hasta ese
momento tu trabajo, tu día a día, tu familia, tus amigos, tu casa, y por nada
del mundo quieres perder nada de todos eso. Lloras, pero tímidamente y casi sin
fuerzas, porque ni el llanto sale de lo que te quieres aferrar a lo que tienes.
La palabra cáncer da miedo, mucho miedo, sabes de mucha gente que no ha ganado
la batalla.
A
partir de ese día, lo aceptas y vives cada momento con una intensidad
extraordinaria. Esa capacidad te la ha dado el poder valorar lo que tienes, el
ver la vida y lo que has sido capaz de conseguir en ella durante 46 años de
vida. Está pendiente de que te den hora para la cirugía, para extirpar el tumor
y de saber el tratamiento que vas a tener que afrontar luego. Pero estas bien,
porque por encima de todo no quieres que te quiten ese tesoro que es tu vida,
ves lo que vale y estas dispuesta a pasar por lo que haga falta por
conservarlo.
Los
días tienen algo de vértigo por el que vendrá, pero realmente estas bien y las
esperas se soportan, algún fantasma de noche que te quita el sueño puntualmente
pero no mucho más.
Llega
el día de la cirugía y todo va bien, porque el tumor está localizado, porque
los médicos son profesionales. Todo va
bien, y te dan la buena noticia de que los ganglios centinelas no están
afectadas y realmente te sientes como si te hubiera tocado la lotería porque el
tema como se esperaba, no se complica. Esos días de esas pequeñas noticias
buenas, son días de éxtasis estas arriba del todo sintiéndote la persona más
afortunada del mundo.
Cuatro
semanas de espera es lo que tardan en hacer un estudio genético del tumor para
determinar el tratamiento. Tienes la leve esperanza de salvarte de la quimio y
solo tener que dar radio que es una posibilidad y si tienes que pasar por la
quimio que sea leve, de esas que ahora dicen que no sientan tan mal. Y vives
ahí esas 4 semanas, disfrutando cada día, no como si fuera el ultimo, pero
casi, con una intensidad parecida, y disfrutas de cada instante. Y quieres
estar con tu familia, y con tus amigas, y reír y vivir y en eso estás.
Pasan
las 4 semanas y finalmente se concluye que debe ser quimio. Hay un índice por
ahí que hasta 25 no haría falta quimio, pero yo he sacado 26. Por una centésima
no me he librado…. Y te empieza el oncólogo a explicar la quimio, pero no
parece que sea aquella quimio que te había comentado el cirujano que estabas un
poco revuelta después de que te la pusieran. El 10 de marzo fue mi primera
sesión de quimio, que duró toda la mañana, desde las 9 hasta las 15:30 en el
hospital. Pero todo fue bien, y me sentí contenta por ello. Al llegar a casa me
tumbo un poco porque me lo recomendaron, pero no lo necesito, estoy bien. ¡Qué
felicidad de pronto! Esto no me ha revuelto como podía pasar, y mi tarde de
viernes transcurre con normalidad. Me siento tan satisfecha. Paso el fin de
semana con tranquilidad, aunque empiezo a sentir algo de debilidad, pero no me
impide disfrutar. ¡Qué bien voy, me digo! . Empiezo la semana con un poco de
debilidad, pero puedo conectarme al trabajo, y todo sigue bien. Los días pasan
y solo la debilidad se hace más presente, pero nada más. Algún temblor, la
comida no me sabe tanto y no me entra tan bien, pero todo es llevadero.
Hasta
el miércoles 15, cuando mi oncólogo me dijo que empezaban los 5 días más bajos
de defensas. Ese día llega el dolor, el horror. Me siento muy estreñida y los
dolores que habían empezado tímidamente días atrás se hacen fuertes. Los
dolores van y vienen, pero cuando son muy fuertes, siento que no puedo
soportarlos. Los sudores fríos me hacen desprenderme de la ropa y pegarme al
suelo frío del baño, que es la única manera de aguantar. Cuando se van, me
quedo adormilada, casi sin conciencia, pero luego vuelven y cada vez tengo
menos tolerancia. Es horrible. Sólo me queda el consuelo de que un día menos ha
pasado y que quizás no habrá días peores. Espero que sea así.
Al
día siguiente, la debilidad es extrema, pero no tengo dolor. Me siento abatida,
por primera vez con ganas de llorar y pensar que este tratamiento es
insoportable. Me pregunto si no se podía hacer algo menos agresivo. Aunque no
hay dolor, siento que no queda mucho de mí. Sólo la sonrisa de mis hijos y la
bondad de mi marido me hacen sentir viva y recordar que hay que seguir.
El
viernes 17 parece que la tormenta ha pasado. Me siento estable, aunque con
debilidad constante. Los dolores intestinales están ahí, pero se llevan mejor.
Respiro y rezo para que no vuelvan, aunque sé que pueden. Tengo que
mentalizarme de que esta debilidad será mi estado durante unos meses, y que
debo disfrutar los momentos que me lo permitan. Debo estar preparada por si
tengo que bajar al foso de nuevo, pero por mis hijos, mi marido, mi familia y
mis amigos, debo estar lo mejor posible cada día. Me siento fuerte y decidida a
seguir.
El
domingo 19 de marzo me siento mucho mejor. La debilidad ha disminuido, los
dolores intestinales también, aunque aparece un nuevo dolor en las
articulaciones y músculos. He tenido momentos intensos de dolor, pero después
de tomar un paracetamol, el dolor desaparece. A pesar de todo, estoy contenta.
Ha sido un buen fin de semana. Disfruté de un partidazo de mi hijo Beltrán, que
metió tres goles, y de un día en familia celebrando el Día del Padre. Fue un
día maravilloso, sin dolores, y pude disfrutar de cada momento. Incluso me
sentí como si volviera a ser yo por un día.
El
23 de marzo, el día en que pierdo el pelo, se convierte en un momento
importante. Desde el fin de semana me he sentido mejor y vuelvo a ser yo, pero
desde el lunes se me cae el pelo y decidí adelantar la cita para ver una peluca.
Ayer fueron mechones y, aunque fue muy doloroso, me rapé y me puse una peluca.
Los sentimientos fueron muchos: me sentí pequeña, frágil, e indefensa, pero una
vez que me rapé, me sentí liberada, como si me hubieran quitado un peso de
encima. Hoy me siento bien, aunque la cabeza me da algo de frío. No estoy tan
horrible como pensaba. Ahora, toca disfrutar cada día con intensidad,
saboreando los momentos y disfrutando de las personas con las que me gusta
estar.
En
seguida llega la 2º sesión de quimio, a los 21 días la 3º y a los 21 días la
4º. Han podido dármelas todas porque las defesas han aguantado en su sitio
gracias a las inyecciones después de cada sesión. Las mañanas de hospital de
siete horas fueron cada vez más duras, los síntomas de la primera sesión fueron
más intensos y se alargaron más en el tiempo entre una sesión y otra.
Pero
pasaron, ya no habrá más, lo peor ha pasado, ahora a recuperarme y a disfrutar
de cada momento que no haya dolor ni debilidad.
Han
pasado 4 semanas, estoy bastante bien dentro de lo que cabe, ahora toca hacer
frente a tres semanas de radio diaria. ¡Dicen que esto es un paseo al lado de
lo que ya he pasado así que a por ello!
Tres
semanas después, puedo afirmar que efectivamente nada tiene que ver con lo
vivido anteriormente. La piel por la zona radiada la tienes abrasada y acumulo
cansancio. Dicen que la radio da mucho cansancio ya no se si es un poco todo y
la necesidad de parar y recuperarme. Ya solo queda un tratamiento hormonal
cinco años, tiene efectos secundarios, pero ni de lejos dicen que es tan
destructivo. Se puede vivir normalmente con ello.
Y
efectivamente dos años después del diagnóstico puedo decir que todo pasa, que
vuelvo a sentirme yo, aunque no soy la misma. La sensación ha sido volver a
nacer, doy gracias cada día a Dios por haberme devuelto la normalidad. Me
siento verdaderamente afortunada por poder seguir disfrutando de mi familia, de
mis amigos y de mi bendita rutina.
Carolina
Pinna Camas 1B 4/4/2025
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