EL
PRECIO DE DESEO
Era una noche cálida de
verano cuando Martín, un joven de 17 años, se sentó solo en su habitación
mirando por la ventana. Su vida parecía una rutina interminable, en la que
todos los días eran iguales; problemas en el colegio, discusiones con sus
padres y la sensación constante de que algo le faltaba y la única persona que
tenía su lado era su amigo Javier, que lo apoyaba en todo. El cansancio de todo
lo que lo rodeaba lo había llevado a ya no saber que hacer, ya que todos los
días intentaba revertir esta situación y no era capaz de ello.
De repente, en el cielo,
una estrella fugaz cruzó rápidamente. Martín, sin pensarlo mucho, miró
extrañado y dijo en voz baja:
“ Ojalá pudiera cambiar
mi vida. Sólo quiero que todo sea diferente. Que mis deseos se hagan realidad.”
No pensaba que algo
pasaría realmente. Había oído historias de personas que deseaban cosas y, se
llegaban a cumplir, pero él no creía que eso fuera a funcionar. Sin embargo,
esa noche, algo ocurrió.
A la mañana siguiente,
Martín se despertó con la sensación de que algo había cambiado en su entorno.
En su casa, todo estaba en su lugar, pero había algo diferente en el ambiente,
una extraña calma. Al comenzar el día como siempre solía hacer, se dio cuenta
de que la vida había cambiado de una forma inexplicable.
En la escuela, los
profesores comenzaron a elogiarlo por su rendimiento académico, aunque él no
había cambiado ningún hábito en su vida. Con el resto de sus compañeros su
relación también cambió, todos le prestaban atención y lo admiraban por su personalidad.
Pero mientras Martín hacía amigos nuevos iba dejando de lado a su fiel amigo
Javier.
Pasaron unos días y, a
medida que sus deseos se iban cumpliendo, se fue sintiendo más extraño. Todo a
su alrededor se volvía cada vez más superficial. Sus amigos ya no parecían
interesados en él, sino solo en lo que podía ofrecerles. En casa, sus padres lo
trataban como si fuera el hijo perfecto, pero la relación entre ellos era fría.
Nadie se preocupaba por lo que realmente sentía. Todos solo querían cumplir sus
expectativas de su nueva versión.
Una noche, mientras
Martín se encontraba solo en su habitación, comenzó a pensar sobre todo lo que
le estaba ocurriendo. ¿Era realmente eso lo que quería? ¿Ser perfecto? Se dio
cuenta de que, por cada cosa que deseaba, perdía parte de la autenticidad de su
vida: su verdadera relación con las personas, y lo más importante, su propia
felicidad.
El punto de inflexión
llegó cuando, durante un encuentro con su amigo de toda la vida, Javier, Martín
le ofreció ir a su casa a pasar la tarde
tras un largo día de. Él, confundido, ya que había pasado de él toda la semana,
lo rechazó suavemente. “No sé qué te pasó, Martín... pero no eres tú mismo” le
dijo él, dejando a Martín más solo que nunca.
Fue en ese momento cuando
entendió todo: los deseos no siempre traen la felicidad. Ya que la perfección
que había querido no era la respuesta a sus problemas. Martín decidió ir al
mismo lugar donde había visto aquella estrella fugaz. Aquella noche, con sus
pensamientos llenos de arrepentimiento, miró al cielo y, esta vez, en lugar de
pedir algo nuevo, simplemente dijo:
“Por favor, devuélveme mi
vida tal como era.”
Y, mientras las estrellas
parpadeaban en el cielo, algo dentro de él cambió. En los días siguientes,
Martín empezó a ver el mundo de una manera diferente. No necesitaba ser
perfecto. Podía ser él mismo, con sus defectos y virtudes. Y, al final, afianzo
su relación con Javier y fue capaz de mantener una buena relación con su
familia y, sobre todo, consigo mismo.
Diego
Álvarez de la Vega, 1ºA bachillerato, 3/4/2025.
Comentarios
Publicar un comentario