DEMASIADO
TARDE
Era
un día soleado, en mi ciudad, Córdoba. Hoy era un día de suerte, pues es el día
de la Hispanidad, y no tendré que ir a la universidad. Por la mañana tuve
entrenamiento con el club en el que juego, el Córdoba, para prepararnos para el
partido contra el juvenil del Granada. Acabamos el entrenamiento, y volvemos a
casa. Hoy tendremos comida familiar, mi abuelo ha reservado un restaurante muy
chulo y me juntaré con mis primos. Yo estaba comiendo tranquilamente, y Jorge,
mi primo me dice si quiero salir de fiesta con él y nuestros amigos, que van a
ir a una fiesta en Sevilla que va a ser muy divertida, y yo sin dudarlo le dije
que sí, a la espera de la decisión de mis padres, que son muy estrictos y quieren
que sea disciplinado con la universidad y con mi sueño: el fútbol, pero yo
tenía claro que quería ir puesto que hacía poco que había cumplido la mayoría
de edad, e iban a ir la gran mayoría de mis amigos. La noche iba a ser redonda.
Al
llegar a casa, aproximadamente a las 17:00, les comento a mis padres que se ha
organizado una fiesta en Sevilla, que no me la puedo perder, y que van a ir
todos mis amigos, a la que me dicen que tengo que cuidar de mis hermanos
pequeños, pues ellos van a ir a visitar a mi abuela de parte de madre, yo
insisto que por favor, a la que mi padre saltó y me dio un grito, es verdad que
me lo había ganado, pero por la impotencia y la necesidad de ir a aquella
fiesta, decidí seguir la discusión, les dije lo que nunca antes les había
dicho, y en un momento de máximo estrés por la discusión, les grité que les
odiaba, y muchísimas cosas feas que no quiero recordar. Muy pocas veces había discutido tanto con mis
padres, había expulsado toda la rabia que tenía encima, me pensaba que había
ganado el asentimiento, pues mis padres habían callado, y lo único que hice fue
marcharme a mi habitación.
Pasados
unos minutos, me llama mi primo Jorge para que le confirme si voy a ir, que hay
que coger los billetes del AVE cuanto antes, a lo que yo que aún estaba
caliente por la discusión con mis padres, le digo que sí. Pasadas dos horas,
salgo de mi habitación, y me dispongo a ir a la casa de mi primo Jorge, puesto
que habíamos quedado ahí pronto para luego ir todos juntos con tiempo. Cuando
salgo de mi habitación, vi que mis padres ya se habían marchado, y pensé por un
momento que no estaba haciendo las cosas bien, pero la ira por lo vivido
hiciera que saliese de casa en dirección a la casa de Jorge, donde se
encontraban todos mis amigos, estuvimos tranquilamente y cogimos el AVE en
dirección a Sevilla.
Mientras íbamos en el AVE de camino
a Sevilla, las risas llenaban el vagón, yo estaba muy feliz, pero tenía una
pequeña espina en el pecho por la discusión con mis padres, todo lo que les
dije, mis formas... Llegamos a la
fiesta, y todo era genial, la gente, la música, el lugar, tanto que el tiempo
pasó volando, y a la que me di cuenta, era tardísimo, las 6:15 de la mañana,
según un barrendero de la zona... Tengo que salir rapidísimo, pues sino perderé
mi tren que sale a las 6:30. Intenté avisar a mi madre, pero me di cuenta de
que no tenía batería en el móvil. Llegué, y el ave ya se había ido a Córdoba,
estaba solo, sin batería, en otra ciudad... Me intenté colar en el siguiente
AVE a la desesperada, pero me echaron, por lo que lo último que recuerdo es que
intenté pasar las vías del tren, pero todo lo vi muy oscuro. De repente me
encontraba en un lugar muy extraño, pero lleno de paz. Puedo ver los rostros de tristeza de todos
mis familiares. Desde aquí daría lo que fuera por haber pedido perdón a mis
padres, porque nunca sabes cuando es tarde.
Que pena que tardara tanto en entender que no debes salir de casa sin
pedir perdón o agradecer por algo. Ahora, desde aquí solo puedo esperar a
volvernos a encontrar para pedir ese sincero perdón.
Juan
Minondo, 1ºA, 12-03-2025
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