“UNA
MALA MAÑANA”
Eran las siete de la mañana, aquel día me
desperté, oyendo una discusión entre mis padres, yo extrañado me levante de la
cama y me dirigí hacia ellos preguntándoles « papi, mami ¿Qué pasa? »,
mi padre para que no me preocupara con una sonrisa me contestó «nada
hijo, una mala mañana, venga
vístete para ir al cole, que nos espera un día muy largo».
Cuando me acabe de
vestir, mi padre me cogió de la mano y abrió la puerta de nuestra casa
diciendo, «adiós, cariño», a lo que mi madre no contestó, por lo enfadada que
estaba con él. Mi padre en ese momento estaba triste, porque nunca había tenido
una discusión tan fuerte con mi madre.
Salimos por la puerta de nuestra casa situada
cerca de la estación atocha, donde cogíamos el tren cada mañana, que nos dejaba
en Coslada donde mi padre trabajaba y se
situaba mi colegio.
Mientras esperábamos el
tren en la vía dos de la estación, mi padre, preocupado por la situación, llamo
a mi madre, pidiéndola perdón y que se sentía muy mal por lo que había pasado y
que era solo una mala mañana.
Llego el tren, pero
como mi padre estaba distraído con el móvil, se despistó y cuando se quiso dar
cuenta perdimos el tren. Por tanto tuvimos que esperar al siguiente tren el de
las 07:37.
Cuando quedaba un
minuto para la llegada del tren, mi padre más calmado sonrió y dijo « te quiero,
luego hablamos» y colgó. De repente se vio desde el fondo la llegada del tren
que esperábamos, y grité « ¡papi, papi, el tren! » mientras entraba en la
estación.
Se abrieron las
puertas, salió mucha gente, mientras que la gente que quería entrar se agolpaba
a los lados de las puertas a la espera de la salida de estos. De repente un
hombre inquieto de piel morena y con un chaleco verde entró a empujones, mientras
salía esa marea de gente. La gente indignada, por no esperar a que saliera la
gente decía « ¡qué vergüenza!, ¡qué mal educado! »
Por fin se pudo entrar,
y entro toda la gente que esperaba. Se cerraron las puertas y en ese momento el
hombre de piel morena titubeando empezó a hablar en un idioma extraño para mí,
mientras se quitaba el chaleco y todo el mundo observo asustado que tenía
varias bombas pegadas a su cuerpo mientras seguía hablando en ese idioma tan extraño. Mi padre al ver la situación me
cogió, me tiro al suelo y se puso encima mío. Lo último que recuerdo fue un
ruido muy fuerte.
A las dos semanas,
después de un coma me desperté con quemaduras provocadas por la explosión al
inmolarse aquel hombre y aún a día de hoy tengo secuelas de aquel día. En ese
momento no lo sabía, pero mi padre al ponerse encima sacrificó su vida, para
salvarme.
Hoy tengo dieciséis
años, y cada 11 de marzo voy con mi madre al cementerio a su tumba. Nunca supe
de que discutían, pero cada vez que le pregunto a mi madre como era papá ella
me responde « la mejor persona de este mundo, solo que tuvo un mal día»
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ResponderEliminarque triste noticia, me ha conmovido.
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